Los días se nos escapan entre rutinas, meriendas, mochilas, risas y algún que otro berrinche. Y aunque parezca que todo es un caos adorable, hay momentos que merecen quedarse quietos para siempre. Esa forma en la que te miran, cómo se ríen juntos, los gestos que solo pasan en tu casa. Eso es lo que busco en cada sesión: capturar la esencia de vuestra familia, sin posados, sin filtros, sin prisas.
Hago fotografías para que dentro de unos años, cuando todo haya cambiado, podáis volver a este trocito de vida real y recordar lo que de verdad importa. Porque lo cotidiano también puede ser extraordinario.